Sin ti no soy nada es una conocida canción de Amaral. También sería un acertado título para un libro que versara sobre una de las maneras más destructivas de relacionarse con la pareja: la codependencia emocional. Una forma de entregarse al otro que, en el imaginario romántico, se entiende como el amor más grandioso. Tan grandioso que supone la autoinmolación. Alguien codependiente se enfrasca en un tipo de sentimiento que no se corresponde con el amor, aunque a ellos les parezca que es así.
Se trata de un sentimiento enorme e inmanejable, que no nace de un sano afecto o deseo por alguien, sino de una dolorosa carencia: “Necesito que me necesites”, como lo resume la psicóloga sanitaria Cayetana Egusquiza.
Esta especialista en terapia familiar sistémica destaca como uno de los rasgos fundamentales de estas personas su “afán por rescatar, olvidándose de sí mismas y anteponiendo las necesidades y problemas del otro a los propios”. Los codependientes viven una vida que no es la suya, sacrificando sus necesidades y deseos, y esto les provoca un sufrimiento y un estado de ansiedad que trastornan sus rutinas. Suelen llegar a la consulta con problemas de sueño, ansiedad, dificultades para la concentración, alteraciones alimentarias. Anulados como individuos con necesidades y deseos personales, se vuelven obsesivos. Y acaban desarrollando conductas de control hacia aquellos a quienes desean mantenerse atados.
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Join the conversationUn comentarista de WordPress - 10 julio, 2018
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